2020–21: Mis reflexiones

20 enero, 2021

Ha pasado un año disruptivo. Ahora son palpables el optimismo y la energía fresca. El Presidente, Sr. Kumar Mangalam Birla, echa la vista atrás y escribe sus reflexiones en el cambio de año

Mr. Kumar Mangalam BirlaEl cambio de década ha demostrado ser un anticlímax épico. La promesa y anticipación de prosperidad y crecimiento quedaron deshechos por un enemigo diminuto e invisible. 2020 se convirtió en un borrón al tiempo que la actividad frenética en otras dimensiones estallaba en contraste en una congelada quietud inquietante en otros. Repasaremos el año no tanto por los recuerdos que nos ha ayudado a crear, sino por las tangentes nuevas y los ángulos que forzaban en el arco de nuestra historia reciente. 2020 es un año que solo ganará en importancia cuando se ve a través de la perspectiva del tiempo.

Y, por tanto, es casi presuntuoso escribir el epílogo del año y sacar conclusiones de peso respecto al “mundo postpandemia” tan temprano. Sin embargo, los eventos recientes están frescos y creo que tiene valor registrar algunas reflexiones tempranas: las he organizado en líneas de la sociedad, la economía, la organización, la cultura y lo individual.

Hemos comenzado el Año Nuevo con un sólido sentimiento de esperanza y optimismo. Esto no se debe solo al éxito en el rápido desarrollo de la vacuna. También sirve para celebrar, por haber aguantado, sobrevivido y superado el reto de una grave pandemia. La respuesta a la pandemia durante todo el año, en todo el mundo, nos ha demostrado todo lo que tiene de noble e inspirador el espíritu humano.

Personalmente, ver todas las corporaciones fue vigorizante: grandes y pequeños se unieron en esta lucha colectiva.

Las corporaciones también son ciudadanos que cuentan

La experiencia del año pasado refuerza la criticidad e importancia del rol que juegan estas corporaciones en las sociedades.

Después de todo, una corporación no es únicamente una cosa inanimada. Se espera que sea humana, ética, tenga empatía y sea un amigo que cuida de la sociedad. En este nuevo paradigma, se debe ganar la licencia para operar y debe estar apoyada por el respeto, la credibilidad y la aceptabilidad. Esta licencia implícita representa autenticidad, la voluntad de acompañar las palabras de hechos, la voluntad de adherirse a ciertos principios bajo toda costa.

Las instituciones duraderas modernas se han guiado por estos principios fundacionales. Incluso durante los últimos meses, hemos visto muchas acciones de corporaciones humanas en la sociedad distintas al a filantropía. Desde minoristas que dedicaron una hora más a los ciudadanos mayores afectados por el confinamiento hasta empresas de telecomunicaciones que ofrecieron recargas gratuitas para trabajadores migrantes varados, hubo diversos ejemplos de buena ciudadanía corporativa.

Quizá de forma excepcional, la crisis también trajo a la palestra el poder regenerador y estabilizador de las grandes corporaciones. Especialmente aquellas con la capacidad e intención de permitir a las partes interesadas del ecosistema mantener una quilla uniforme durante periodos de turbulencias. Esto quedó de manifiesto en varias acciones como permitir pagos aplazados a socios de la cadena de valor gravemente afectados, honrar compromisos de pedidos para mantener la continuidad del negocio e incluso invertir con anticipación de la demanda para reactivar la actividad económica. No fueron actos de benevolencia corporativa, pero reconocen la naturaleza simbólica de los diferentes componentes de una economía eficaz.

La simbiosis también crea resiliencia para absorber mejor la volatilidad.

En definitiva, la volatilidad es espuma

Aunque la volatilidad e incertidumbre han sido un fenómeno subyacente durante casi 2 décadas, las variables económicas se han vuelto incluso más volátiles en estos tiempos inusuales. Por ejemplo, en 2020 los precios del petróleo por primera vez se desplomaron por debajo de cero, hasta un valor negativo de 37 dólares. ¿Pudieron los consumidores de petróleo aprovechar y almacenar lo que necesitaban para todo el año? Por supuesto que no. Ese loco precio negativo perduró una fracción de tiempo y no afectó realmente a las decisiones subyacentes de producción y consumo, no de manera duradera.

2020 fue un año en el que un producto como el cobre registró un rango de precios de más del 70 %, esa fue la diferencia entre el precio máximo y mínimo en tan solo un año. Y no olvidemos los índices de la bolsa de EE. UU. que fluctuó un desorbitado 65 %. ¿Cuál fue el cambio en las perspectivas subyacentes de ganancias de las empresas o en el consumo del cobre? Ciertamente, mucho menores de lo que los giros de mercado querrían hacernos creer.

Lo que me dice esto es que no debemos vernos indebidamente perturbados por esta volatilidad excesiva. Dicha volatilidad a veces es una superficie espumosa que flota sobre las olas empresariales y económicas que se mueven de forma mucho más predecible. Es mucho más importante centrarse en las variables empresariales y económicas centrales, los motores demográficos de las tendencias de mercado y los motores tecnológicos de las cadenas de valor. Estas variables fundamentales no cambian de una forma tan discontinua como sugieren los precios e índices.

Poco después del brote hubo profetas de la catástrofe que predijeron cambios irreversibles en la demanda de los consumidores y el destripamiento de los sectores. Pero vean la rapidez con la que se ha dado la recuperación en diversos sectores. Por ejemplo, la exitosa Airbnb IPO contradijo las primeras predicciones que decían que los viajes desaparecerían en el futuro cercano.

En India también los pronósticos iniciales y la narrativa de los expertos demostraron ser excesivamente pesimistas. Se vio una sólida recuperación en los sectores de fabricación, del cemento a las pinturas, y del automotor al aluminio. Varios indicadores de India, incluidas recogidas GST, la demanda de electricidad, el movimiento de cargamentos por ferrocarril y las ventas de vehículos de pasajeros han regresado a sus números de crecimiento positivo en los últimos meses.

Sin embargo, cuánta espuma hay en los eufóricos mercados financieros sigue siendo una pregunta abierta. Quizá todavía sea necesario otro trimestre para confirmar que esta trayectoria de crecimiento durará. Los economistas, me dicen, ahora buscan alfabetos que describan adecuadamente esta tendencia de optimismo cauteloso.

Sin embargo, los resultados a nivel de empresa e individual son desiguales.

No se deben ignorar las comorbilidades; ya sea en la vida o en los negocios

La pandemia golpeó y trajo devastación. Aunque algunos siguen creyendo que es solo otro tipo de grupo, por desgracia cientos de miles han fallecido debido a ella. Se debe destacar que la COVID-19 fue mucho más desgarradora para las personas con comorbilidades. Estas eran medibles e identificables: diabetes, hipertensión, presión sanguínea u obesidad.

Se puede extender parcialmente la analogía a las empresas. Es parcialmente aplicable, ya que las comorbilidades hacen que las empresas sean menos capaces de soportar golpes como el de la crisis económica de 2008. Pero también es diferente porque, a diferencia de las condiciones humanas, que a menudo están fuera de nuestro control, no hay predisposición genética a las comorbilidades para las empresas. Las comorbilidades son autoinfligidas. El apalancamiento financiero excesivo que proporciona subidones de azúcar que al mismo tiempo debilitan los fundamentos a largo plazo, los procesos laxos que conllevan acumulaciones de inventario atascando las arterias de la cadena de suministro como el pernicioso colesterol o, algo más devastador, una falta de enfoque en crear relaciones humanas y con los consumidores.

Son comorbilidades que pueden resultar fatales cuando golpes como el de la pandemia azotan al sistema. Estos peligros acechan bajo la superficie durante los buenos tiempos, por lo que es imperativo que las corporaciones sean conscientes de los primeros principios de buenas prácticas de gestión.

Trabajar desde casa no optimiza el trabajo

Una dimensión que ha puesto a prueba la pandemia son las disposiciones laborales. Se ha puesto mucha atención a nuevos modelos de trabajo con el inicio de la pandemia. Debo confesar que me sorprendió el cambio repentino al trabajo desde casa en las empresas indias. Y ahora, a medida que vemos un regreso calibrado al puesto de trabajo, nos encontramos con la pregunta mayor del futuro del trabajo. Muchos han opinado que el trabajo desde casa será la mega tendencia de esta década. Mi opinión es ligeramente contraria. La «oficina», después de todo, no es solo el lugar donde vamos a trabajar. Es un crisol; de personas, de ideas y de conversaciones. La unión de personas con diversas capacidades y experiencias es lo que convierte a la oficina en algo más que un lugar de trabajo. Es lo que define la cultura. Es lo que crea la magia. La cultura no es un código amorfo que se entrega a los empleados. Emerge de las interacciones humanas. Es difícil imaginar que esto sea posible, de forma sostenida, hablando a pantallas de ordenador.

En el margen, el trabajo disperso ha tenido dos ventajas inconfundibles que se deben aprovechar. Ofrece a los empleados la opción de ser productivos, incluso si sus circunstancias personales les fuerzan a estar atados a sus hogares. También permite a las organizaciones contratar a grupos de personas más diversas. Pero espero que la mayoría de empresas regresen al equilibrio del lugar de trabajo previo a la COVID en gran parte una vez se calme la pandemia.

Construir reservas

Quizá, de manera más importante, el último año ha forzado a realizar una mirada introspectiva. Las personas, empresas y naciones que han surgido con más fuerza son las que habían acumulado reservas de fuerzas y no necesariamente las que corrían más rápido. En cada uno de nuestros contextos profesionales, a menudo nos han pedido ser innovadores, alteradores y resilientes. Pero he aprendido que estos resultados no necesariamente derivan de momentos de brillantez individual, sino de la creación paciente de reservas. Aumentar continuamente las habilidades para crear reservas de conocimientos, ser abierto al mundo para acumular ideas y colaborar y asociarse para crear reservas de buena voluntad.

Ahora, quizá sea buen momento para hacer balance de nuestras reservas personales y del significado de nuestro trabajo. Una valoración honesta bien podría ser la mejor inversión que puede hacer uno en 2021; la oportunidad de comenzar con una hoja blanca de papel y las cuatro palabras: “Lo que importa es…”

Una valoración honesta bien podría ser la mejor inversión que puede hacer uno en 2021; la oportunidad de comenzar con una hoja blanca de papel y las cuatro palabras: “Lo que importa es…”

Sr. Kumar Mangalam Birla Presidente de Aditya Birla Group

Espero que el proceso de reflexión individual les resulte tan catártico como a mí me ha resultado escribir este artículo.

https://www.youtube.com/watch?v=h8wDDXZwXW0&feature=emb_logo

- Kumar Mangalam Birla